03 octubre 2025
Sin embargo, en el contexto actual, asistimos a un proceso sostenido de desmantelamiento de políticas públicas que garantizan derechos, especialmente aquellos vinculados a las infancias, adolescencias y diversidades. Bajo el discurso de una supuesta “batalla cultural”, el gobierno nacional ha avanzado en la eliminación de organismos clave como el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, el INADI, y ha desvinculado el Plan ENIA del ámbito educativo, debilitando su alcance y efectividad.
Este retroceso no es neutro ni casual. Se trata de una ofensiva neoliberal que busca vaciar de contenido político y transformador a la ESI, reemplazándola por una propuesta centrada en la “afectividad y sexualidad” desde una mirada biologicista, de educación emocional y despojada de perspectiva de derechos.
En este modelo, la abstinencia reemplaza al derecho a decidir, y la individualización de los vínculos invisibiliza las desigualdades estructurales. El ajuste presupuestario 2024 y 2025 profundiza esta tendencia: se eliminó el financiamiento federal para la ESI, en consonancia con el despido de profesionales especializades y la desarticulación de programas integrales que no solo afectan la implementación de la ESI, sino que ponen en riesgo el sistema de protección integral de derechos de niñas, niños y adolescentes.
Esta no es una batalla cultural: es una avanzada ideológica que responde a intereses económicos, conservadores y patriarcales. Pero frente a este escenario, la resistencia se organiza desde abajo. La verdadera batalla cultural se libra en las escuelas, en los espacios comunitarios, en los sindicatos, en los centros de estudiantes, en cada aula y en cada territorio. Es una lucha colectiva, sostenida por trabajadores y trabajadores docentes, de la salud, de la educación, de lo social, por organizaciones y por ciudadanías comprometidas con la justicia social.
Desde la Junta Interna de ATE Educación, reafirmamos nuestro compromiso con la ESI como política de Estado, con enfoque de derechos, transversal e integral. Seguiremos impulsando acciones que disputen sentidos, que resistan el vaciamiento y que sostengan la potencia transformadora de la ESI. Porque lo personal es político. Y la sexualidad, también.
Algunas cifras: Impacto del Plan ENIA (2017–2022):
● Reducción de embarazos adolescentes: ○ En 2017, el país registraba más de 100.000 nacimientos por año de madres adolescentes. ○ Para 2022, esa cifra se redujo a menos de 60.000 nacimientos, lo que representa una disminución del 40% en embarazos adolescentes.
● Acceso a métodos anticonceptivos: ○ Se distribuyeron más de 2 millones de métodos anticonceptivos en los territorios donde se implementó el plan. ○ Se fortalecieron más de 1.000 centros de salud con consejerías en salud sexual y reproductiva.
● Cobertura territorial: ○ El Plan ENIA se implementó en 15 provincias y en 76 municipios, priorizando zonas con alta tasa de embarazo adolescente. ○ Alcanzó a más de 1 millón de adolescentes con acciones educativas, comunitarias y de atención en salud.
● Articulación con la ESI: ○ Se promovieron espacios de formación docente y actividades escolares que integraban la ESI con el enfoque de derechos sexuales y reproductivos. ○ Se trabajó en la capacitación de equipos interdisciplinarios para el abordaje integral de la adolescencia. Desfinanciamiento y debilitamiento actual.
● En 2024 y 2025, el Plan ENIA fue desvinculado del Ministerio de Educación, lo que rompe la articulación con la ESI y debilita su alcance en las escuelas.
● Se registraron recortes presupuestarios que afectaron la distribución de anticonceptivos, la continuidad de consejerías y el trabajo territorial.
● El despido de equipos técnicos especializados en salud sexual y reproductiva interrumpió el seguimiento de casos y el acompañamiento comunitario.